Bueno y malo

martes, 9 de junio de 2009

Hay políticos que, con total simpleza y eficacia pedagógica, afirman que existe la buena política y la mala política. Ellos, que no quepan dudas, practican la buena y, con generosidad, dejan la otra para el resto de los políticos.

Es tanto el exito que han tenido con esta simple fórmula, apenas sazonada con unos dinerillos sin importancia (comparese, por ejemplo, con el producto bruto interno de un país), que se ha utilizado para comprender mejor la esencia de otras actividades.

De este modo, trasladado este esquema a la comprensión de la justicia, existiría una justicia seria (equivalente de buena) y otra justicia de la que no se ha definido el carácter, pero que seguramente una vez que se lo haga, podrá emparentársela con la mala política.

Obviamente, si cualquiera de nosotros se encuentra en la mira de la justicia no-sería debe hacer caso omiso de sus requisitorias. Ningún hombre de bien se hace eco de lo malo. Como esto no siempre puede terminar bien, conviene tener algunos canales de tv amigos y algunos periódicos, y todo lo que se pueda como salvaguarda ante el mal.

Entusiasmado por este método tan sencillo y eficaz me di a la tarea de llevarlo a otras áreas del quehacer social.

Me pregunté entonces, cuál sería el equivalente de bueno y malo aplicado, por ejemplo, a los medios de comunicación. Después de cavilar un tiempo arribé a la conclusión de que lo que mejor cuadraba era "medios que informan y medios que manipulan". Del primer tipo no encontré ejemplo a la mano, pero del segundo me di un banquete.

Los medios de comunicación a secas (ya acordamos que no hay del primer tipo), tratan muy bien a los buenos políticos y, complementariamente, muy mal a los malos que, evidentemente, se lo merecen.

Me percaté, llevado en vilo por una imaginación sin freno, que hay en el mundo excelentes personas con diversas capacidades diferentes, pero hay algunas que debido a su mala índole connatural, se aprovechan de los gimoteos que inspiran para manipular las malas conciencias, impedidas de hacer algo bueno sin que sea malo.

Bien, dejando atrás tanto maniqueísmo barato, podemos terminar esto compartiendo un pequeño método para distinguir lo bueno de lo malo:

Citando a Silo diré:

"Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo todo lo que se le opone.
Bueno es dar fe a los pueblos en ellos mismos. Malo el fanatismo que se opone a la vida. Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune.
Bueno es lo que afirma: "¡Todavía hay futuro!" Malo es decir: "No hay futuro, ni sentido en la vida"..
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No nos confundamos amigo, si nos arrojan en la cara toda su bondad, pero no nos saben explicar en qué consiste, no estamos en presencia de nada bueno.

Eduardo Montes

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