Conchudos

sábado, 29 de septiembre de 2012

No suelo ver noticieros ni programas de análisis político, opinión o similares. No es por ninguna aversión en particular, es sólo que suelen estar tan enemistados con el buen conocimiento y el uso ecuánime de la razón que ya aburren...

El caso es que estaba de visita en casa de un amigo y perdí el control, el control del control remoto. Lo tenía este amigo y él es casi adicto a estos programejos. Ni siquiera le gustan, no está de acuerdo con sus contenidos, ni la manera en que los gestionan, pero de cualquier forma, no puede dejar de verlos (comportamiento compulsivo que justifica de diversas maneras, sin mucha convicción).

En cierto momento un periodista comenzó una entrevista en directo a un par de alumnos del, creo, colegio normal Mariano Acosta. Estos muchachos eran los voceros del conjunto que tomó el establecimiento en protesta por una de las tantas políticas del gobierno de la ciudad que tienen como víctimas a los estudiantes.

Al parecer este periodista partió de la premisa básica de que se iba a encontrar con dos "barderitos" que no quieren estudiar y lo único que les interesa es armar desórdenes para dejar de hacerlo (y de paso, levantarse "minitas").

Evidentemente le falló la inteligencia (en el sentido de la obtención de información previa del campo de batalla) o le falló la inteligencia, en el sentido de no advertir los límites de sus recursos y los de sus, desde el vamos, oponentes) o, en definitiva, le falló la inteligencia. El caso es que estos dos muchachos, casi niños, que seguramente serían de los mejores promedios del colegio, lo dieron vuelta varias veces, con una altura, una claridad de conceptos y una adecuación al medio de comunicación, absolutamente admirables.

Mientras nuestro desgraciado (consultar www.rae.es) comunicador, buscaba y rebuscaba en manidos y remanidos prejuicios, en ideologemas y sofismas, en argumentitos y argumentetes, en retos y admoniciones, en todo lo que pudiera, algo que lo salvara del mal trance y pusiera a los mozalbetes en su lugar (el de los equivocados, el de los pasmados ante la autoridad moral de los que mandan y la inteligencia de los que saben), ellos más crecían en gracia y talento, en fundamento y razón, en justicia y verdad, y otras maravillas similares.

Bueno, es probable que me haya dejado llevar por un exceso de entusiasmo. La cuestión es que los pibitos lo gastaron y lo dejaron así chiquito (acercar índice y pulgar a menos de un centímetro), con la mayor altura y educación. Y así debió sentirse nuestro insigne periodista, amigo; más que amigo, amante; concubino, alcahuete, del orden y las buenas costumbres, ya que apenas terminó la entrevista, aún con el enfado en el rostro y la alteración en la respiración (¡sri, sri ven a mí!) salió con una historieta más vieja que la escarapela.

La supuesta historia relata que un abogado al salir perdidoso de un juicio (llamo la atención sobre lo de "perdidoso"), no tiene mejor idea que desquitarse con el juez llamándolo "conchudo". Ante la sorpresa del magistrado nuestro buen abogado le aclara que lo dice en el sentido (obsoleto) de "astuto, cauteloso, sagaz".

Nuestro amigo periodista, ya plenamente instalado en el dislate, ubica la escena en Estados Unidos, sin advertir que la palabra que menta difícilmente tenga cabida en alguna corte de ese país. Creo que el idioma oficial por allá es el inglés.

Así, después de poner como antecedente esta dudosa historia, mirando fijamente la cámara, saboreando la frase, dotándola de la mayor capacidad catártica que el momento le permitiera, se despachó (¡alabada sea la ley de Cristina despenalizando las calumnias e injurias!) con la soez expresión de que estos muchachos, malvados ocupadores de colegios, eran unos conchudos, aclarando el doble sentido, pero utilizándola como una daga, sin poder (o querer) reprimir el malsano placer que su uso le provocaba.

¿De dónde sacarán algunas personas tanta autoridad moral, tanta sabiduría,  tanta honestidad y don de gentes?

¿Qué le pasará a esta gente? ¿Dónde obtendrán esas patentes de censor?

Y, finalmente, ¿de qué tendrán tanto temor?

Me recuerdan a esos niños que, en noche de fogatas, cuentan historias de aparecidos para asustar a los compañeritos y terminan asustados ellos más que nadie.

Algunos, en su insania, porque algo de insano hay que tener para empezar, comienzan a usar todo tipo de recursos (en general ilícitos) para pintar una sociedad inmersa en un caos que nunca termina de llegar.

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. terminan por creer su propia ficción y entonces se alocan, se desequilibran y ven toda clase de cosas demenciales. Y, lo que es peor, se ponen violentos.

Como tienen un espacio de difusión pública, ganado quién sabe cómo, le pagan por esto. Es decir, le pagan por envenenar. Es cierto que al público en general el veneno le gusta, pero atenti con la dosis, no sea cosa que terminen arrojando espumarajos verdosos en el hombro del vecino...

La cuestión es que me gustó el recurso, este de utilizar una palabra de presente ofensivo y atribuirle un sentido perimido. Ahora, la cara que puso nuestro insigne comunicador fue bien, bien, de carga y sentido actual y local.

Creo, a pesar de todo, que tuvo un rasgo de sinceridad porque es verdad que sufrió la astucia, la cautela y la sagacidad de los dos borregos, quienes se obstinaron en fingir equilibrio, ecuanimidad, inteligencia y claridad expositiva.

Por mi parte, y para terminar con este episodio pavote, sólo me resta llevar el recurso utilizado un poquito más allá, proponiendo un salto de calidad. De modo que sí, creo que tiene razón, esos pendejos son dos conchudos, en el sentido que le plazca a quien sea, pero además este señor periodista, comunicador y, seguramente, filósofo y gran lector de las clásicos, merece el mismo apelativo, pero sin sentidos equívocos.

Nada de juegos de palabras, este señor es un conchudo en el sentido que se le da a esta palabra en tres acepciones:

2. adj. coloq. Am. Sinvergüenza, caradura.
3. adj. coloq. Col. indolente (‖ que no se afecta o conmueve).
4. adj. C. Rica. tosco (‖ grosero).

No creo que sea:
        1. adj. Dicho de un animal: Cubierto de conchas.

Y mucho menos:
        5. adj. coloq. desus. Astuto, cauteloso, sagaz.

Eduardo Montes

Al final, ¿qué es la economía?

Todos, en un momento u otro, discutimos sobre economía. Sea porque estamos en desacuerdo con algo, o porque pretendemos que se haga o se deje de hacer determinada cosa, porque criticamos, porque elogiamos, porque nos importa mucho o nada. Por lo que sea, la economía está siempre presente.

En épocas como la actual, de cierto grado de crisis, cuando las cosas pierden esa naturalidad apacible y complaciente de los tiempos de bonanza, pareciera que el único tema es ese.

La política, la cultura, los derechos humanos, la salud, la educación, la alimentación, la paz interior, el desarrollo humano, las relaciones interpersonales y consigo mismo, todo parece estar supeditado a esa variable fundamental que englobamos en la palabra economía.

Aquí es donde uno se formula una pregunta que, siendo ingenua, es esencial para avanzar en algún tipo de comprensión: ¿qué es la economía?

Alguien dirá que bueno, es una ciencia muy compleja, que requiere años de estudio, que hay muchas corrientes que se encuadran en distintos paradigmas, que no se puede pretender en dos palabras una comprensión del tema, etcétera...

En realidad lo que necesitamos no es tanto una comprensión detallada del asunto sino una simple definición. O definiciones, si no hubiera un enfoque único (cosa extraña tratándose de una ciencia).

Para ahorrar tiempo y problemas acudimos al consejo de los sabios, leimos wikipedia, y esto es lo que encontramos:
  1. la relación de los agentesExtracciónproducciónintercambiodistribuciónconsumo de bienes y servicios.
  2. la forma o medios de satisfacer las necesidades humanas mediante los recursos disponibles que se consideran escasos.
  3. Cómo individuos y colectividades gestionan, consiguen e invierten sus ingresos.

Seguramente hay otras, pero por ahora tomaremos estas y veremos qué hacer.

La primera definición pone al científico, al economista, a estudiar un hecho dado, la relación de ciertos agentes, y cómo es que esta puede describirse y, suponemos por ser ciencia, preverse.

En todo caso, no parece deducirse de esa definición más que constataciones, si se quiere, neutras.

La tercera es más o menos similar en el sentido de que se enfoca en la descripción de un hecho dado, limitando el mismo a una cuestión de ingresos que se obtienen y se les da algún un curso que se engloba en la palabra "inversión", sin distinguir matices en cuanto a destino de esos ingresos. Es un poco extremo llamarle "inversión" al hecho de alimentarse, pero es de suponer que quedará incluido en la palabra "gestión".

La segunda es de mayor interés para un humanista, ya que implica algún modo de acción, además del estudio y la reflexión sobre el tema. Hay implícito en ella un mayor grado de "compromiso", sólo atenuado por un extraño prejuicio, gestado seguramente en  otros tiempos, que dice "recursos disponibles que se consideran escasos".

Habría que hacer un estudio serio acerca de la escasez de los recursos, y actuar de acuerdo a ello, a lo que se verifique. Sería necesario tener en cuenta el incremento en la producción de muchos renglones. 

Ejemplos en alimentos:  
  • Argentina produjo en 1970 cerca de 20 millones de toneladas de granos; en el 2011 alrededor de 100  millones; suficiente, según el slogan en boga, para alimentar a 400 millones de personas.
  • Vietnam. Pasó de una economía de guerra a producir más de 20 millones de toneladas de arroz, con saldos exportables.
  • India, país en el que, según la creencia popular, la gente se muere de hambre por no comerse las vacas, es el mayor productor mundial de leche.
  • Ni hablar de la producción de Estados Unidos, China, Canadá, Brasil, Australia, países surgidos de la ex Unión Soviética, Unión Europea, etc.
Ejemplos en tecnología: 

los "gadgets" no existían en 1970. Ni siquiera en 1990. ¿Puede decirse que son escasos? ¿Hay acaso escasez de celulares o de computadoras? ¿No hay capacidad para satisfacerla si fuera necesario? 

En otros campo: 

¿Hay escasez de materiales de construcción o terrenos? ¿de materia prima para medicamentos? ¿Hay realmente escasez de petróleo o sólo hay despilfarro?

Al parecer la idea de la escasez de los recursos nace en los albores del capitalismo, extractivo de recursos naturales y mano de obra (proletariado), con una tecnología en sus rudimentos, sobre todo en la producción alimentaria. Y desde entonces se ha mantenido como concepto sabido, como esas cosas de las que, si uno pregunta de dónde sale, nadie se hace responsable y siempre se señala al de atrás. Hasta llegar a Malthus quien afirmara que la población crecería geométricamente y los alimentos aritméticamente, equivocándose exponencialmente. Este pensamiento lo gestó, dicen los chismes, para contrariar a su padre, quien opinaba que el problema no era la escasez sino el sistema de reparto.

En fin, se podrían discutir todas las definiciones, pero sería algo interminable. Lo mejor es adoptar una actitud científica. Esto es, plantear una serie de ideas básicas y luego aplicar el método correspondiente, o sea, lógica, matemáticas y modelos computacionales.

Por nuestra parte ensayaremos la siguiente definición:

Economía es la ciencia que estudia los modos de hacer efectivos en lo inmediato todos los derechos humanos, aplicando para esta finalidad la plenitud de los recursos al alcance de la humanidad en un momento histórico dado.  Entendiendo por Derechos Humanos los delimitados en la "Carta a mis amigos 9" de Silo, en la que, con algunas reservas criticas, se parte de la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre", de las Naciones Unidas, 1949.

Todo lo demás, por muchos premios nobel que se repartan, son ideologías o ideologemas (sistemas de ideas o pretextos) utilizados para justificar la apropiación del todo por una parte. 

Dejamos para los especialistas la implementación de la matemática del caso y la programación de los modelos computacionales que nos muestren el qué, cómo y cuando; esperando que puedan realizar una tarea impecable en este terreno y los responsables se hagan acreedores al Nobel, en la suposición de que la Academia premiará la genialidad y la innovación y no solamente la tradición aceptada o el pensamiento dominante.

Alguien puede argumentar que no se puede hacer ciencia de fantasías, basadas en definiciones de fenómenos inexistentes, sino de hechos. Aceptando esto, ¿alguien podría informarnos dónde se verificó la existencia de un mercado perfecto donde individuos adecuadamente informados tomaron decisiones racionales en un marco de libre competencia e igualdad de oportunidades, etc., etc.? Seguramente no, porque eso no se ha dado en ninguna parte, es un aserto cercano al mito o, mejor aún, la mistificación (in illo tempore era el mercado y de allí nació todo lo que era...) y que fundamenta gran parte de la ciencia económica aceptada.

Muchos humanistas observamos los procesos desde la perspectiva planteada y no somos extremistas en el sentido de que no descartamos, por falta de plenitud, los acercamientos efectivos a esos ideales. 

Pero algunos sostenemos que el ideal que no aspira a realizarse en el tempo de una generación tiene sabor a postergación. Ese es el "largo plazo" admisible, plazos más amplios nos terminan enredando en la argucia de siempre, la de los poderosos que prometen el futuro mientras detentan el presente. 

Sobrevendrán los hechos, la relación de fuerzas dada, la consciencia conjunta, pero nunca la aspiración actuante deberá ser más corta que aquellos. Y si el imperio de las circunstancias frustra las realizaciones, de cualquier forma, en un algún presente, será una generación la que encarne el cambio.

La historia ha mostrado más de una vez que la resistencia a un pequeño cambio esencial es casi la misma que a un gran cambio. Entonces, ¿para qué perder el tiempo en pequeñeces?...

Eduardo Montes

Comer con seis pesos. Las estadísticas no mienten, pero...

viernes, 21 de septiembre de 2012

Nunca escuché a ningún funcionario del Indec que declarara que se puede comer bien por seis pesos. Aclaro lo de bien porque es de suponer que se refiere a una cantidad de calorías adecuada y no al consumo de una porción de pizza o un pancho.

De cualquier forma los medios de comunicación se encargaron de hacer la difusión del caso, con toda la carga de degradación y chacota que se pudo articular.

Además el sentido común acompaña porque, ¿a quién se le ocurre que una persona puede comer con seis pesos diarios?

Por mi parte me limité a cuestionar a los críticos con una simple pregunta: ¿cuánto cuesta un kilo de papas?

Obviamente, el noventa y nueve por ciento no sabía la respuesta. Es claro que esta pregunta se la hice a algunos clientes (exitosos comerciantes), a algunos gerentes, subgerentes y encargados diversos (empleados exitosos)  y a alguno que otro "nene de mamá" (exitosos en la profesión de hijos) que, si compran, lo hacen al voleo. Es decir, van al supermercado (no a Día), cargan el carrito sin mirar precios y después "pelan" la tarjeta y pagan. Entonces van viendo que primero era con $100, después con $200, luego $600 y así siguiendo.

Por supuesto, no se hace el más mínimo análisis de consumo, simplemente se dice: "una luca no alcanza para nada". Y es cierto, cada vez necesitan más lucas para pagar las crecientes necesidades, que incluyen los gastos del cero kilómetro, las cuotas del viaje a Pernambuco, los diversos "gadgets" tecnológicos, etc.

Pero, no es suficiente con "chicanear" a los muchos que ignoran lo que pagan y por esto no pueden, o no quieren, defender su ingreso, ya sea porque les sobra o porque no les resulta agradable andar "pichuleando" y dicen orgullosamente que "hay cosas en las que no miden gastos". Además es necesario, necesito saber cómo son las cosas.

"Saber como son las cosas" apelando a las estadísticas es meterse en un mundo extraño en el cual todos estamos pero nadie se reconoce. Aún así me dije que peor era no tener ningún asidero racional y terminar todo en si me gusta o no me gusta un funcionario.

A veces es necesario poner en cuestión el sentido común, así que me puse a investigar. Hice un estudio de campo, el campo de internet y obtuve lo siguiente:

De acuerdo a los consumos promedio anuales por habitante en carne, pollo, cerdo, pescado, queso, leche, manteca, pan, azúcar, fideos, arroz, huevos, aceite, verdura y frutas, obtuve con esto una dieta de 2000 calorías diarias (a 100 del máximo saludable para un adulto promedio) cuyo precio (a valores de Capital Federal, barrio de Flores, en julio de 2012), era 18 pesos diarios.

Me pregunté entonces qué haría si no tuviera más que 6 pesos por día para comer. Tendría que poner en marcha varias alternativas. Podría reducir el consumo manteniendo las calidades, podría reducir las calidades, o eliminar alimentos cuyo valor es alto y reemplazarlos por más consumo de otros más baratos.

La solución fue mixta, por un lado hice desaparecer cerdo y pescado, por otro bajé las calidades (menudos y alitas en lugar de pechuga o pata y muslo, carne picada común y osobuco en lugar de nalga y roast beef, margarina en lugar de manteca, y otros por el estilo).

Con el pan me pasó una cosa extraña, reemplacé el caro por el barato y tenían el mismo gusto. Es que algunos panaderos no se toman el trabajo de hacer distinto pan sino que le dan distinta apariencia y cumplen con el precio oficial. Total, ningún cliente lo compra y lo transforman en pan rallado.

Bueno, con tanta cuenta, cálculo y estadística me estoy perdiendo, el caso es que haciendo las deducciones y correcciones y llevando al mínimo admisible de calorías (1700), me dió un precio de $ 7.60. Supongo que si me hubiese tomado el trabajo de calcular y recalcular habría llegado a los vilipendiados $6.-

Pero, ¡basta de estadísticas!, vamos a la realidad y la realidad es esta:

Me levanto a la mañana y me voy al trabajo en subte (2.50). No hay nada que me guste más que tomarme un café con leche con medialunas ($30) en el bar frente a la plaza mientras leo el diario.

Al mediodía salgo a comer algo. Algunas veces me conformo con un "pequeño precio" ($16), pero otras necesito algo más sustancioso, un churrasco con ensalada y gaseosa ($65).

Cuando vuelvo a trabajar compro agua mineral y algún cereal ($12).

A la salida del trabajo me encuentro con un par de amigos y nos tomamos un par de cafecitos ($28).

En fin, que cuando termina el día ya me gasté entre $96 y $135, ¡y todavía no cené!

Por otro lado, nuestro amigo, casi indigente, no es que organice su compra de $180 o 228 mensuales de acuerdo a un muy planificado menú que guarda en su freezer para ir consumiendo de acuerdo a lo que indica la estadística. Lo que sucede en los hechos es que compra mal porque sus ingresos son irregulares, consume muchas calorías de alimento poco sano y, cuando puede, malgasta en algún gusto fuera de estadística porque la vida la resulta dura y necesita endulzarla con algo. Y como, en promedio, es casi indigente, algunas veces le sobra y otras es indigente pleno y entonces no gasta nada porque come de lo que le dan. Eso es estar al borde de la indigencia: a veces, caerse.

De esto, la gente que se burla de los $6 pesos diarios no sabe nada y habla desde la ignorancia y desde la soberbia. El único atenuante es que los medios de comunicación son responsables de intoxicar la información con que alimentan su ignorancia. Esto lo hacen mezclando hecho estadístico con hecho existencial para mejor confundir las cosas.

Para graficar un poco esta diferencia entre lo estadístico y lo existencial y su manipulación, es como si alguien dijera que no es cierto que cada argentino consume 56 kg. de carne por año porque él es vegetariano o porque su bebé sólo consume leche materna y están contados en dicha estadística. Esto que parece una broma es lo que hacen los medios cuando elaboran este tipo de mezclas.

 Bueno, dice alguien con tino, la inflación existe, eso es un hecho.

La inflación como todo hecho estadístico oculta realidades que algunas veces se esconden intencionadamente y otras, aunque están a la vista, no son accesibles a la comprensión media.

El primer problema con la inflación es determinar su origen. Para algunos es la emisión o el gasto público, para otros la protección de mercados, para otros la especulación (sobre todo en alimentos y materias primas en general) alimentada por crisis reales o ficticias.

Todo muy alejado de la persona que lo que más desea es tomates cuando hay heladas y se va $18. Aumento no motivado en la escasez sino porque es el mejor momento para especular.

Probablemente las razones de la inflación sean diversas, pero las soluciones son pocas. Aquí van algunas para que el votante elija:

  • Reducción de salarios para actuar sobre la demanda.
  • Liberación de importaciones para aumentar la competencia; con las consecuencias de pérdida de puestos de trabajo ante la deflación generalizada (precios en baja) de la producción mundial, fruto de la crisis en USA y EU.
  • Reducción del gasto público, sobre todo las áreas asistenciales (asignación universal por hijo, jubilaciones anticipadas, subsidios, salud, educación, etc.)
  • Bajos impuestos patrimoniales. Impuestos sólo al consumo. No a los capitales sino a las personas de acuerdo al gasto (IVA).
  • Clima de negocios. Esto es, crear condiciones económicas y sociales para que los capitales se sientan atraídos y vengan a hacer negocios (esto es lo que los antiguos llamaban "rendirse a los dictados del capital" o control cero)
  • Ajuste general del gasto público para cumplir con las pautas de los organismos internacionales y así poder endeudarse con el fin de compensar el déficit comercial y fiscal, causados por la mayor importación y la caída del consumo por deterioro del ingreso.
En suma, devaluación. No de la moneda sino del país (tal como la que propone Angela Merkel a los españoles), ganando en competitividad para que la ganancia empresarial aumente (sobre todo para los que operan a nivel internacional, entre ellos nuestros amigos los sojeros) y dándoles libertad para que si quieren se queden y si no se vayan a las islas Caimán o alguna juerga bolsística donde, eventualmente, pierdan todo y vengan a protestar y pedir protección para la industria y el productor nacional, "el único que da trabajo y comida a las argentinos, etc, etc, etc".

Si no es esto lo que se está pidiendo cuando se critica la inflación desde los círculos de las finanzas especulativas, y que tan irresponsablemente repiten todos, que se explique con claridad qué es lo que se exige y cómo es que se piensa realizar. No en el campo de la fantasía sino en el campo de los hechos probados.

Aclarando que el interés no está puesto en la economía en abstracto sino en la de las personas concretas. Y no en el futuro celestial, sino en el presente (como diría Keynes, en el largo plazo todos estaremos muertos). 

Es cierto que los pensamientos complejos son fatigosos. Es mejor hacer creer que con no hacer nada (dar libertad a las fuerzas económicas) todo se va a producir solo. Pero ese pensamiento de intelectuales perezosos o malintencionados, viene probando hace al menos dos siglos que forma parte de una estafa de proporciones mundiales. Es una fantasía vendida como realidad ante los ojitos azorados de la gente sencilla que piensa que si lo dicen por televisión debe ser cierto.

Como dijera una querida tía: "vos sos muy desconfiado nene, ¡para qué te van a mentir en un noticiero!

Lo único que entendió, después de mucho insistir, es que si ella va a la fábrica de pastas, y conversando con el dueño se queja de la inflación, lo único que logra es que él la mire con cara de circunstancias y le diga que se ve obligado a aumentar un 20% los ravioles, si no va a "tener que cerrar". Y esto lo viene diciendo hace 20 años con mucho éxito.

¿Con esto estamos diciendo que los responsables de la inflación son mi tía y el dueño de la fabrica de pastas? Hummm... mi tía expresa un cierto pensamiento y sensibilidad y en cuanto a este comerciante, a veces suele ser la cara visible, el front-end, de una cadena de sinvergüenzas, especuladores y explotadores.

Podríamos seguir por las diversas ramas que inspira el famoso asunto de los seis pesos diarios, pero nos terminaríamos yendo del tema para ir hacia una cuestión de sistema (con rima y todo).

Creo que el gobierno merece muchas críticas, infelizmente esto está vedado por el vendaval de críticas falsificadas que impiden que una "crítica constructiva", verdadera, sea entendida como tal por ninguna de las partes.

De cualquier modo, acá va: no parece que el gobierno esté haciendo nada para favorecer la diversidad de fuentes de abastecimiento y la competencia leal en el terreno de la comercialización de alimentos. Todo esto lleva a que las grandes cadenas se pongan de acuerdo (cartelicen), alteren la economía  y perjudiquen a la población. 


El tema de la concentración es todo un problema en el que es preciso  mediar entre la necesidad de escala y el monopolio o la posición dominante. De otro modo la eufemística "presión de precios" va a ser una espada de Damocles permanente.



Capítulo aparte merecen las consideraciones acerca de los controles de precios. La opinión que se publica es unánime al decir que son inútiles e ineficientes. Lo mismo se dice respecto de los controles de cambio. Pues bien, hoy por hoy no se ha logrado, o no se ha intentado, el control de precios, pero el control de cambio ha resultado bastante eficaz a partir de la sólida informatizacion de la AFIP. Es de esperar que estén más conformes y no que pidan que como algo no se puede controlar debe dejarse hacer. Cuando un delincuente delinque y no lo agarran no se dice que se cancelen las leyes, se pide más policía y leyes más duras. ¡Seamos coherentes!

Finalmente, para los que están tan preocupados por los pobres, es bueno que tengan claro que para ellos más problemático que la inflación es no tener dinero. Y no lo tienen cuando no trabajan, dependen de su trabajo, formal o informal, legal o levemente ilegal,  y todo lo que vaya en contra de él va contra sus posibilidades de supervivencia y sus posibilidades de dejar de ser pobres en este sistema.

Eduardo Montes

PD: Puedo hacer públicos los datos y cálculos, en suma, la simple metodología utilizada. Cosa que es bastante, no lo hacen ni el Indec ni los misteriosos "privados" cuando difunden sus conclusiones. Los mismos están a disposición de quien los pida.








La suspensión del pensamiento

sábado, 8 de septiembre de 2012


Tengo la costumbre de expresarme en razonamientos largos, desarrollados en hilos paralelos que confluyen, a veces, y que requieren que se pase de unos a otros para visualizar perspectivas cambiantes. Considero que constituyen una mayéutica en la que las preguntas y respuestas se van encontrando en el propio devenir del pensamiento. 

Algunos malintencionados simplemente consideran que divago.  En fin, no es momento ni lugar para discutir estas cuestiones, pero otorgando el beneficio de la duda, he decidido no pensar y sustituir esa función por la emisión de opiniones cortas y sin mayor fundamento. El vehículo ideal para esto me parece que es Twitter.

Para cumplir mi cometido abrí una cuenta en este microblog (EMontesMH) y me dediqué a escribir cosas cortitas, de 140 caracteres o menos.

Aquí transcribo las publicaciones que hice ordenadas al estilo blog (primero las últimas). 

No es que vaya a reproducir mis tweets en este blog, esta es sólo una ocasión publicitaria.

Aquí van las publicaciones hasta el momento:

Cuando Techint o cualquier otro hablan de competividad se refieren a dos cosas: bajos impuestos y bajos salarios. Cosa que omiten aclarar...
Como los políticos no viajan en tren, subte o colectivo, no saben cuánto ganarían si mejoraran el transporte público.¿Sabrá esto Randazzo?
¡La caripela de MM haciéndose el pacifista y espiritual! Tendrían que haberlo empastillado para que esté más a tono. Falla de los asesores..
Cuando las personas crecen es bueno que practiquen su responsabilidad social. El voto a los 12 años es un buen comienzo. Lo digo en serio...
¡Qué cosa más divertida es ver las caras de los petimetres estrella que están obligados a entrevistar al gurú!
El 54% del año pasado dejó a algunos en estado de desvarío. Eso podría explicar las extrañas operaciones basadas en gurúes y afines...
¡No se pueden ver taradeces por tv sin que aparezca Ella a explicarnos no se qué cosas del PBI, el sofronisco y la pendorcha del somorgujo!
Ojalá que los porteños logremos la paz en nuestro conturbado espíritu. ¿Ravi Shankar no tocaba la citara con los Beatles? ¿O es otro?
Quien ponga en pie un transporte público decente en Buenos Aires se ganará a los porteños para siempre... ¿Quién será el visionario?
Respeto a las patentes de Monsanto, limites a los montos de indemnizaciones... De reforma agraria ni hablar, ¿no?
Diez años es mucho tiempo para darse cuenta de que Repsol no era una petrolera sino una banda de filibusteros a la Goldman Sachs boys...
Cuando no hay más información, y lo único que restan son el seguidismo y el denuncismo mágico, es necesario apelar a la evidencia directa.
Cristina es soberbia y respondona. Y habla hasta por los codos. Pero todo eso no importa, lo que interesan son las políticas. Discutámoslas
Los maquiavelitos dicen:"¡Miente, miente, que algo queda!" Sí, algo queda, un mentiroso...
Cuando se habla de economía se suele prescindir de la definición de esta ciencia y de sus objetivos. Es decir, se comienza escamoteando...
La ùnica sociedad de consumo posible es la de USA. Primero basada en la producción, luego en la deuda, finalmente imprimiendo dolares.
Cristina:"más trabajo, más consumo, más producción". Este slogan expresa un modelo básicamente erróneo. Menos que el neoliberal, pero...
Para tener una red ferroviaria respetable es imprescindible sacarse de encima a Moyano... Èl está colaborando con su ofuscamiento.
No puedo escuchar a Cristina (o Chávez, o Fidel). Prefiero a Lilita que es desopilante. Pobre, en su demencia resulta graciosa...
Dicen que Cristina es bipolar. Humm... no creo. Lo que sucede es que está agrandadísima. Tiene todo el mundo a la rastra y lo disfruta...
Buena parte de la crispación capitalina nace en los bares. Todo el día TN permite que cobren $14 un café y que el habituè culpe al gobierno..
El seguidismo reduce la mente a un estado de embobamiento muy parecido al enamoramiento y otras afecciones...
El denuncismo mágico no opera en el mundo real. O no produce los resultados esperados. En la naturaleza no existe la línea recta...
La única persona que hace política en este país es Cristina. El resto o hace seguidismo o hace denuncismo mágico...
Lo mejor para ser seguido es escribir sobre Cristina. Ella no me cae bien, pero esto no significa nada, ese no es el punto...
140 caracteres, contando espacios. Mucho para decir poco y poco para decir mucho...