8N ¡Basta de mordazas, caceroleros no editados para todos (y todas)!

sábado, 10 de noviembre de 2012

Recuerdo que cuando era niño el 11 de septiembre era el día del maestro. Después, cuando joven, la fecha pasó a pertenecer al golpe de estado contra Allende, en Chile. Así, al feriado por la memoria de Sarmiento se le agregaban las marchas contra Pinocho y su malvada dictadura.

Muchos años después ocurrió el atentado a las torres gemelas en Nueva York y ya la fecha pasó a asociarse, casi exclusivamente, a ese hecho. Además dejó de llamarse "11 de septiembre" para ser "11S". Bueno, cosa de yankees a los que les gusta las abreviaturas, las siglas y los nombres cortos.

Pero, todo lo que es de yankees termina por ser adoptado casi globalmente, particularmente por las capas de población de inteligencia más débil o, si se quiere, más flexible. Estas capas están formadas, circunstancialmente, por personas ávidas de productos importados y, de modo permanente, por toda clase de periodistas y afines.

La cuestión es que desde mucho antes de todo esto el 8 de noviembre es mi cumpleaños. No es que sea tan importante, alguna vez me he llegado a olvidar de esta fecha, pero de cualquier modo el robo del significado (junto con otros latrocinios parecidos), empezaron a malquistarme un poco con todo esto, situación que se agravó cuando la bautizaron como 8N.  ¡Pero qué pisaverdes petimetres y lechuguinos!, exclamé, frente a la incomprensión general.

Bien, después de este introito espero que se comprenda que mi actitud hacia el cacerolazo del 8N no sea tan positiva como sería deseable. Aún así, trataré de ser lo más ecuánime, justo, neutro, descriptivo que me sea posible, dadas las circunstancias. Trataré además de no escribir motivado por el pancho y la coca y, otra vez en grado de tentativa,  trataré de transportarme por mis propios medios y no que me lleven como masa anónima, ignorante y oscura (y sucia y maloliente) en un incómodo ómnibus escolar.

Hechas las salvedades que me ubican en un espacio insospechable vamos a los hechos:

La concentración fue multitudinaria. ¿Cuánta gente fue? No sé, los organizadores (?) dicen 700 mil, la policía 70 mil. ¿Cuál es la cifra correcta? Difícil de saber, pero algunos datos le permitirán a cualquiera hacer los cálculos que más le gusten.

La Plaza de Mayo mide un poco más de 19000 metros cuadrados. Si cada metro cuadrado fuera ocupado por cuatro personas, como en el subte A en la hora pico, eso daría unas 80000 personas. Siempre y cuando estuviera colmada y fuera una superficie plana y vacía. Como puede comprobarse a partir de este cálculo, toda fantasía acerca de centenas de miles de ocupantes es eso, una fantasía (aplicable también al 17O '45).

La avenida 9 de Julio tiene 140 metros de ancho, por lo tanto en cada cuadra (120 metròs de largo), caben 67200 personas a razón de 4 por m2, 33600 a razón de 2 por m2 y 16800 a razón de una persona por m2. Cada uno puede elegir el apiñamiento que más le guste y la extensión en cuadras más favorable a sus intereses, confesables o no. Pero para hacerlo hay que, mínimamente, respetar la geometría.

Dirimida de manera sabia y científica la cuestión del nivel de concurrencia vamos a los temas de fondo, es decir, los reclamos.

Primero, y encabezando tenemos la cuestión de la inseguridad. Dejando de lado el hecho de que Chile y Argentina ocupan el top two de los países que más quejas tienen sobre este tema y donde las estadísticas indican que son, en Latinoamérica, los que menos asesinatos registran por habitante, es un reclamo legítimo porque, cualquiera sea la estadística, está claro que con un poco de voluntad política se pueden lograr mejores resultados. Y cualquier mejora representa más vidas que se salvan, menos proyectos vitales que se truncan. Y eso es bueno.

¿Cómo puede mejorarse esto? Veamos, la gente cree que la inseguridad se debe a la incompetencia de la policía (cuando no a su complicidad) y a la venalidad de los jueces. La solución es sencilla, transformar los cargos en electivos, o sea que el pueblo vote a quien quiere como juez, fiscal o comisario. Muy al estilo de los admirados Estados Unidos. Es claro que ninguno de estos crean las leyes, esto lo hace el legislativo del nivel que sea (nacional, provincial o comunal), pero eso también es elegible. De este modo el pueblo tendría algo más que protestas a la hora de las decisiones.

Tema inflación. Por un lado está su medición, que todo el mundo dice que está distorsionada. Aún así, nadie puede pensar que la medición produce inflación. Lo cierto es que si el gobierno dejara de encaminar fondos a ciertas capas de la población estas tendrían menos para comprar con lo cual bajaría la demanda. Otra cosa que se podría hacer es disminuir los sueldos, sobre todo los más altos que son los que mayor presión de demanda ejercen. Pero la pregunta es: ¿quién le pone el cascabel al gato?
También, gente con tanta vocación cívica y tan preocupada por la pobreza (como se ha visto en más de un cartelito), podría boicotear los aumentos de precio racionalizando el consumo de modo de obligar a su disminución. Esto suele ser muy común en los admirados Estados Unidos, lugar donde no se mide, dicho sea de paso, la fluctuación del precio de los alimentos, ni de la energía, ni de los desocupados que no buscan empleo ni de los que dejaron de recibir subsidios.
¿Por qué la emisión monetaria no produce inflación en USA? En parte porque no se mide y también porque la emisión no va a parar al bolsillo de la gente, esa que compra panchos y coca cola.

Sintetizando, si tanto preocupa la inflación lo mejor es cuidar el dinero que se gana, aunque sea mucho, y no comprar de más, no comprar lo que aumenta súbitamente, no ser fiel a proveedores ni marcas. Así lograremos disminuir la inflación, mientras el gobierno hace algo, cosa que dudo.

Calidad institucional. ¡Flor de tema! Para empezar a salir de la frastraslafra en que patina este asunto lo mejor será hacer propuestas. Ya se hicieron algunas con el tema seguridad. Habría que agregar a esto alguna ley que impida al poder ejecutivo (de cualquier nivel) el veto. Es un desatino que los representantes del pueblo en la función de generar las leyes se vean permanentemente impedidos de llevar adelante su función. Después nos quejamos cuando se transforman en simples escribanías.

La parte de que el gobierno escuche a las minorías, etcétera, es de muy buena intención y está muy bien pensada, además de ser muy dulce y tierna, pero me parece que no va a poder ser. Más que nada porque este gobierno, a diferencia de los anteriores, cree que porque sacó más votos, sólo por ese hecho circunstancial, puede hacer lo que quiere, incluso gobernar y establecer su propia agenda (pronúnciese ayenda).

Tema democracia. Reconozcamos que el hecho de que el voto de cualquier piojoso ignorante tenga el mismo peso que el mío es bastante odioso. Pero, hagamos el esfuerzo, también caigamos en cuenta que el hecho de que cualquier voto tenga más peso que el mío es bastante odioso. Pero no por eso es de buen tono proponer una democracia donde sólo un voto, el mío, decida todo. A partir de ahí, no nos queda otra que aceptar, aunque sea por ahora, el esquema de "un ciudadano, un voto". Y si queremos ampliar la democracia, demos derechos a los más jóvenes y a los extranjeros, después de todo, ellos viven acá, pagan impuestos acá y sufren las consecuencias de los desgobiernos acá.

No está equivocado el planteo de que esto es una democracia formal. Habrá que avanzar hacia una democracia real modificando las leyes, incluida la constitución, para que el voto se extienda más allá de la elección de autoridades y sirva para decidir las cuestiones claves de la vida nacional. Esto se implementa con plebiscitos, referendums y consultas vinculantes. Para esto hay que modificar la constitución, cosa que muchos no quieren. Pero bueno, las cosas son así, no se pueden hacer tortillas sin romper huevos.

En relación al tema de la libertad supongo, tal vez en un exceso de inferencia, que no se refiere a ninguna cuestión política. Los sucesivos cacerolazos son una demostración elocuente de la libertad de expresión, manifestación, reclamo, ocupación del espacio público, opinión sobre las autoridades, etc.
Supongo, tal vez en otro exceso de inferencia, que se refiere al posible control estatal por medio de la tarjeta SUBE, o del registro de las operaciones financieras o comerciales al que puede acceder la AFIP. Estas cosas me parecen importantes pero, sin que se lo ponga como prioritario, me da la impresión (sigo infiriendo) que el tema de la restricción a la compra de dólares se torna esencial a la hora de calibrar la libertad.

Infiero, ya decididamente volcado a esta actividad, que la dictadura va a continuar y, si alguien pregunta si se va a aflojar la restricción a la compra de dólares en algún momento, me parece que va a ser que no.

Habrá que seguir luchando políticamente hasta que finalmente un gobierno deje en libertad al dólar que nos haga libres.

Con todo lo anterior y alguno que otro aditamento se puede articular una plataforma política para las próximas elecciones presidenciales. Quien enarbole estas banderas seguramente va a ser elegido ya que representan el sentir de la mayoría.  Si esto no es así quedará demostrado que estamos en una democracia bolivariana donde entre populismos y fraudes informáticos el pueblo viene siendo postergado y sometido a una dictadura espantosa. ¡Dios nos libre!

Es de esperar que la presidenta (1. f. Mujer que preside, según www.rae.es) deje de provocar caceroleros, porque el incremento del fenómeno es proporcional a la disminución de la oposición política y la responsabilidad de la evaporación opositora se la endilgan a ella.

Los protectores de estas manifestaciones, y para evitar metidas de pata, han optado por la imagen sin sonido. Esta bien, pero es como ver un partido sin ambiente, pierde dramaticidad y una manifestación opositora sin esa carga emocional pierde potencial opositor. Es un dilema difícil de resolver. Si estuviera en mis manos decidiría por la sinceridad brutal ("que se muera la yegua" es mejor slogan que el oficio mudo), pero los mentores de todo esto no se caracterizan por esto de la sinceridad y les gusta disfrazar las cosas de acuerdo a su particular estética, que suele ser un tanto anémica.

Espero que los cacerolazos se sucedan tanto como la gente que los impulsa lo desee y tanto como la gente que quiera acompañarlos, acompañe. Todas las veces pueden contar con mi ausencia. Se que uno no decide nada, ni quita ni pone nada, pero de cualquier forma no voy a ir. Será por la falta de pancho y coca o por lo que sea, pero no voy a ir. Si lo voy a ver por televisión y espero que siga siendo divertido como en septiembre, no como este último al que le aplicaron la ley mordaza. Este puede ser un nuevo slogan "¡Basta de mordazas, caceroleros no editados para todos (y todas)!"

Volviendo a la cuestión central, voy a aprovechar mi avanzada edad para dejar de festejar cumpleaños. La fecha ya es irrecuperable y su designación me parece de un cholulismo insanable. De ahora en más pueden elegir en que fecha del año enviarme regalos. Siempre que no coincida con navidad, reyes, día del amigo, san valentín, día del niño y otros similares, pueden enviarlos cuando quieran.

Eduardo Montes

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