¡Ahora yo también los critico!

lunes, 3 de agosto de 2009

Después de las elecciones hasta los más tímidos y precavidos se animan a criticar al gobierno con los conceptos más extremos que se pueden encontrar.

He decidido que no es el caso de quedarme atrás ni de cometer el error de ponerme a defender al más débil y cosa por el estilo. ¡Yo también los voy a criticar!

Para empezar está el asunto del campo, en eso estamos todos de acuerdo y eso es bueno porque uno se siente acompañado. Este tema está sumamente claro: la tierra es un bien no reproducible, es decir, nadie puede producir tierra, ella está allí. A veces se le puede ganar un poco al mar y otras a los desiertos, pero convengamos en que es un bien limitado. A partir de ahí, y tal vez sin mucho argumento, ya empieza a no gustarme que unos pocos se la hayan apropiado. Y si uno se remonta a los orígenes históricos, en más de un caso esa apropiación bordea lo ilícito o la delictivo, más o menos como actualmente. Nadie puede pensar que detrás del desmonte, en este país y en otros, haya reglas de juego muy limpias.

Bueno, para no extenderse mucho sobre este tema, opino que los conceptos que hay que discutir eventualmente son los de una reforma agraria de cara al futuro, sobre qué se considera recurso estratégico, a qué nos referimos cuando decimos país, patria y cosas así. En fin, toda una discusión semántica que permita abordar grandes problemas que exigen grandes soluciones.

Este gobierno ni siquiera ha rozado esta cuestión, manteniéndose totalmente alejado de la posibilidad de introducir la democracia directa en la producción estratégica. ¡Gravísimo error!

Otro temita es el de la ganancia de las empresas. Que las empresas tengan ganancias es algo maravilloso, la cuestión no es esa sino cuál es el destino de esas ganancias. Es una gran cuestión a discutir qué se hace con ellas, si se reinvierten, si se constituyen reservas anticíclicas, etc. Lo que sí queda claro es que el hecho de que queden concentradas en unas pocas manos trae todo tipo de males sociales: imposición de políticas y modelos, compra de todo tipo de medios de hipnosis colectiva, chantajes, extorsiones, violencias, etc., sin ningún beneficio más que en las fantasías que promueven. Es un gran tema para discutir este, ¡y el gobierno no lo ha hecho, ni siquiera lo ha insinuado!

Por último y para no cansar a hipotéticos lectores está la cuestión del interés bancario. Más allá de la impresión que se lleva uno cuando los ve, los bancos no tienen realmente dinero. El que tienen no es de ellos. Lo manejan como si fuera de ellos y sacan unas grandes ganancias que después se reparten y tienden a reproducirse en el terreno especulativo. Son los grandes promotores de la economía de burbuja cuyos procedimientos si los hiciera, por ejemplo, yo, iría inmediatamente preso. Pero como lo hacen ellos esto no sucede. Acá la idea central es que por la gestión del dinero se podría pagar una tarifa o un precio, como cualquier servicio razonable (no esos basados en mafias corporativas). Obviamente los bancos públicos no podrían cobrar interés y los privados sólo una tarifa por la intermediación entre prestadores y prestatarios. ¿Muy complejo, utópico?. No sé, habría que sacarlo del ámbito de lo indiscutible e intocable. Una vez que socialmente se comience a discutir, seguramente irán surgiendo ideas brillantes que resolverán los complejos problemas de semejante transformación. Pero que es necesaria, es necesaria. No es posible que unos pocos sigan haciendo y deshaciendo, decidiendo, teniéndonos como bola sin manija, como maleta de loco, a todos nosotros, los demás.

Esto tampoco lo solucionó este gobierno, ni parece que lo tenga en vistas. A lo más que atinó fue a la tímida medida de sacarles las AFJPs para que con sus fondos no armen un golpe especulativo o un desbande de capitales a las cálidas playas de los paraísos fiscales.

Como se ve, las mayorías tienen razón, este gobierno deja mucho que desear porque se entretiene en secundariedades, cuando no en complacencias a los poderes de facto, en lugar de poner sobre la mesa las discusiones fundamentales los que, sintetizando, son:

¿Qué hacemos con la propiedad social de la tierra?
¿Qué hacemos con la ganancia de la empresa?
¿Qué hacemos con el interés del capital?

Son preguntas que cuando se respondan adecuadamente van a mandar al sumidero de la historia muchos conflictos propios de la pre historia.

Seguiremos con estos temas...

Eduardo Montes

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